miércoles, 24 de diciembre de 2008

Catia: Según Henry Rojas


Catia no es un sitio, no es un espacio; es un lugar, es una mirada, es un gesto, es un código. Los Catienses tenemos areté.

Igual tropiezas con el sudor del esforzado carretillero que con el del choro, que veloz marca su propia meta. Catia, la mia, ¿y cuál otra? Sí, yo soy yo, en ella. Catia, la encrucijada sideral del beso profundo, sexual, en un recodo del callejón, con el esfuerzo rebelde y libertario de combate sin fin.

Catia, mi canto, a no sé de cuántas mil voces. Tribuna de proxenetas, putas heroicas, mujeres de bronce y leche hacedoras de hombres de tierra, guarapo y arepa y, todo... Todo mezclado en las madrugadas, a donde falta de sol, brillan con su propia luz.

Y digo luz y no veo otra que la tuya Catia. Mortecina, cerosa, amarillenta, como la de todas tus calles nocturnas, donde cientos de sombras ruedan, caen y se levantan entre y uno y otro anillo de Dante; y, azarosas bracean de orilla a orilla, -¿o de esquina a esquina?- delgados pero fluidos ríos de alcohol.

Catia Kilombo, Catia trinchera, Catia maná, Catia tinta y pólvora. Catia el verbo primero...el eterno y divino conflicto.

Catia, donde Alí Baba reclutó a uno de sus 40 ladrones. Catia la cuidad de más 100 millones de habitantes, donde usted encuentra lo perdido... y, lo que no se le ha perdido también: elefantes blancos, balas de plata, hombre de 3 ojos y, mujeres que paren héroes y heroínas en partos morochos.

Yo que he amado a Catia, yo que he sido amado por Catia, les confieso que es como hacer el amor con una galaxia. No exagero, a decir verdad, no digo toda la verdad.

Catia, nunca es la misma Catia, cada día, a cada instante, Catia cambia de piel, de sexo, de mirada, de olor: ora de olor a café, ora olor a cloaca.

Catia, siéndoles honesto, no existe. Jamás ha existido. Catia es una leyenda. Catia es el Dorado.

En Catia, alguna vez hubo 3 cárceles con ilustres presos y presos sin lustre y también un cuartel y 2 mercados y una montaña y un mar y un sol y una luna; pero no el Sol ni la Luna ni el Mar ni la Montaña.No. Son los nuestros, singulares, particulares, propios. Ya se los dije, en Catia, todo es origen. "Al principio fue el verbo y, el verbo...Catia fue".

Catia, les dije que era un lugar, pero no, no lo es, Catia es un agujero negro, todo el que entra a ella ya no podrá salir jamás. Tinglado de negro con ojos azules; blanco de enormes bembas; indios sin guayuco. Catia, el ombligo del mundo.

Hechura del parcelero Henry Rojas